No debimos haber formateado aquella PC sin tomar nota. No teníamos los controladores de la tarjeta de sonido ni documentación de la PC. La tarjeta no tenía marca y el internet era aún muy joven.
En aquel entonces coordinaba los servicios de un departamento de informática. Iban apenas dos o tres años de que existía Internet.
Era común que reinstaláramos computadoras. Cuando reinstalabas, más te valía tener los discos con los controladores: tarjetas de video, sonido, red, impresora, etc. Si te falta un controlador, tu computadora prácticamente no te sirve porque vas a tener un dispositivo sin funcionar.
Sin embargo, en aquella época, dejaba de importar que no encontraras los diskettes o CDs de instalación, porque los podías descargar desde el maravilloso Internet. Si sabías cuáles buscar. Entrabas a la web del fabricante o a sitios que consolidaban ligas a controladores de diversas marcas y ¡voila! descargabas el software controlador y lo instalabas.
Pero un día nos cayó aquella PC de la jefa de Recursos Humanos (RH), quien a manera de favor personal me pidió que la reinstaláramos a la mayor brevedad. Me dio los discos con los controladores, pero nos faltaba el de la tarjeta de sonido y algún otro, tal vez el de la de red.
Mi equipo de inexperimentados practicantes -igual que yo- se encargó de reinstalar, previo respaldo de archivos y búsqueda de los controladores en el disco duro sin éxito. El problema fue que no tomamos nota de cuáles controladores aparecían en la lista como instalados para después buscarlos.
Formatearon, reinstalaron sistema operativo, controladores; descargaron el controlador de la tarjeta de red y llegaron a mí con una pregunta:
¿Cuál controlador de sonido instalamos? El
dispositivo nos aparece como desconocido y no encontramos ninguno “que le
quede” de los más comunes.
Fácil: desarmémosla o busquemos las especificaciones de qué componentes usa este modelo, para ver cuál es el fabricante de la tarjeta de sonido.
No encontramos información y una inspección visual de la tarjeta de sonido tampoco nos dio resultado. No tenía ni una etiqueta ni logo, texto o marca conocida que nos diera un indicio.
¿Y ahora?
Nos miramos unos a otros frunciendo la boca y acariciándonos la barbilla -no mutuamente, sino que cada quien la suya, eso sí.
Miré de cerca, con lupa, cada uno de los chips montados en la tarjeta y encontré el nombre de una marca desconocida en uno de ellos.
Busqué en internet y me salieron varios controladores, los practicantes probaron todos y con ninguno funcionó.
Una búsqueda en Netscape -no existía Google- me ayudó a enterarme de que las marcas de tarjetas de sonido A, utilizaban a su vez chips de esta marca X.
Descargamos los controladores que encontramos de la marca A. Ninguno funcionó. Internet parecía decirle a uno de los componentes que hacían posible la dimensión sonora, comunicativa y de entretenimiento de la tecnología: “Tu nombre no me suena”.
Me gustaba encontrar controladores, era bueno para eso, ninguno se había resistido a las páginas web especializadas en ellos, pero este ya había dado demasiados problemas.
Seguí buscando controladores de la marca A y di con un sitio web ingenioso especializado en tarjetas de sonido. Te mostraba fotos de las tarjetas de para que identificaras la tuya. Fui desplazándome hacia abajo por la página, mientras comparaba la tarjeta de sonido expuesta de la computadora desarmada sobre mi escritorio cual paciente en sala de operaciones contra las varias fotografías de tarjetas hasta que la encontré. La página tenía ligas para descargar los controladores correspondientes a cada foto. Caído del cielo.
Descargamos el controlador, lo instalamos y ¡voila! funcionó.
Le copié el controlador a la jefa de RH en un diskette de tres y media pulgadas marca 3M, rotulé una etiqueta y se la pegué. Le regresamos su PC como nueva y quedó muy agradecida y satisfecha.
Realmente este ha sido el controlador más
difícil de encontrar de mi historia.
La jefa de RH me dijo, luego te traigo una PC de mi hijo para que también me eches la mano por favor ¿no? Me troné los dedos. Sí claro, le dije sonriendo.
Imagen de Tom